La boca es, sin lugar a dudas, uno de los puntos más importantes
en el caballo. Conviene que la tengamos vigilada, porque la aparición
de cualquier problema en la misma puede dar lugar a otros mucho
más serios.
ANATOMÍA DE LA
BOCA DE UN CABALLO |
Lo primero de lo que nos daremos cuenta al analizar la boca de
un caballo, es que se trata de un animal vegetariano; efectivamente,
la hilera de incisivos de los que dispone delante están especialmente
preparados para arrancar hierba.
Tras estos incisivos, encontramos los colmillos, que suelen estar
presentes únicamente en los machos y que no saldrán hasta que el
animal tenga una edad de entre 4 y 5 años. Estos colmillos tienen
mucho espacio entre sí, no se tocan y por ello apenas cambiarán
de aspecto a lo largo de toda la vida del animal. El espacio que
existe entre los dientes, donde reposa el filete, se conoce como
las barras.
Después, al fondo de la boca, se encuentran seis muelas a cada
lado, arriba y abajo los molares. De ellas el caballo se sirve para
triturar el alimento, un trabajo que provoca su desgaste si bien
la parte que sobresale de la encía se mantendrá prácticamente igual,
puesto que la muela sigue creciendo. En ocasiones el desgaste es
desigual, lo que provoca la aparición de puntas cortantes que deberemos
raspar para no provocar daños.
Además de los dientes, en la boca encontramos la lengua, cuya principal
misión no es otra que la de actuar como “cinta transportadora”,
para arrastrar el alimento hasta las muelas y de allí, una vez triturado,
hasta la garganta. La lengua dispone además de glándulas salivares
que desprenden un líquido con encimas que ayuda a descomponer el
alimento, de manera que se da comienzo al proceso digestivo.
Pero la lengua no tiene únicamente esta labor, el caballo también
la utiliza como forma de estrechar lazos, tal y como podemos ver
cuando la yegua lame a su potro, incitándole para que se ponga de
pie.
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